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Mostrando entradas de noviembre, 2013

Este año, vuelta a la juventud

Después de que el curso pasado me lo pasase curándome del espanto de los dos cursos anteriores y comenzando (¡por fin!) el proyecto largamente aplazado de aprender inglés, llegó la hora de retomar los estudios. En plan serio, me refiero. Y es que las reglas del juego han cambiado y ahora mi B1 de francés no es suficiente, así que me he decidido a retomar este idioma y me matriculé en cuarto de francés en la EOI. Y de segundo de inglés, ya que me gustó tanto el curso pasado. Allá por comienzos de julio, delante de una merienda de esas de El Corte Inglés, mi madre me pregunta por la posibilidad de terminar esa licenciatura que tengo a pocas asignaturas de terminar en la UNED... Y me pica el gusanillo ella, y me anima el marido... Y heme aquí con seis maravillosas asignaturas de Pedagogía en mi plan de estudios. Estudiando. Feliz por ello. Aparte de que evidentemente he tenido que sacrificar buena parte de mis momentos de ocio me encuentro que, cuando lo comento con mi entorno, el t

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Siempre pensé que la cualidad que más admiraba en el ser humano era la sinceridad. Y lo digo en pasado. Porque me he dado cuenta de que si bien valoro muchísimo poder confiar en que lo que sale de boca de otra persona es verdad verdadera, mi escala real de valores va por otro lado. Después, reflexionando, pensé que lo que más valoraba de alguien es la actitud frente al trabajo, la responsabilidad, el esfuerzo... Y sí pero no. Definitivamente lo que valoro de los demás, lo que pienso que es más importante, es la bondad. Veamos un ejemplo. En el cole en el que trabajo desde el curso pasado el profesorado se caracteriza por la sensibilidad hacia el alumnado. Teniendo en cuenta que trabajamos con menores, algunos con serios problemas sociales, mentales, de salud física o todo a la vez, la implicación del profesorado es fundamental para que la acción educativa con los nenes llegue a buen término. Este curso tenemos personal nuevo.  Entre las nuevas incorporaciones hay un alumno cuyo grado d

Esa cosa rara, a la que llaman tiempo

Tengo una amiga que ha puesto un bar. Con unos socios. Y le va bastante bien. Resulta que la despidieron de su anterior trabajo y, a través de unos contactos, se enteró de que buscaban gente para montar algo y se arriesgó. Se arriesgó ella y arriesgó todo su dinero. Una valiente. Quizá con lo que no contaba, supongo, fue con los horarios tan puñeteros que tiene la hostelería cuando eres parte del negocio, no un asalariado sin más. Así que me comentaba hace poco, aflijida, que su vida se reducía a comer, dormir y trabajar. - Toma, como la mía, si le añades estudiar.- Respondí yo. Entre la crisis que se alarga como un chicle pegajoso y que me he puesto a estudiar como si no hubiese mañana tengo los días dedicados a estar en casa y poner mi culo de la 36-38 (sí, he seguido adelgazando) a reposar sobre la silla de estudio. Estuve unos cuantos días preguntándome si es que yo le pido poco a la vida o es que otra gente le pide mucho. Ojo, no es que lo único que haga sea estudiar. Le