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Mostrando entradas de diciembre, 2012

Conversación de mayores

Cuando una persona se dedica a la enseñanza, dentro del aula, y lleva a rajatabla la legislación vigente ha de introducir en los contenidos a enseñar esos temas que suscitan el interés del alumnado. Un ejemplo de esto es el tremendo disfrute que tienen los peques trabajando las Navidades en clase. A veces ocurre, tengan la edad que tengan los alumnos y alumnas, que su interés va más allá de lo que, como docentes, habíamos propuesto. Esas veces, en los que los temas de adultos entran en el aula, Los últimos días de clase me pillé uno de esos resfriados que me dejan agonizante, con un tremendo dolor de garganta. Esta vez, además, me vino con fiebre alta. Supongo que se me notaba en la cara porque, en mitad de una clase (los chicos hacían solos actividades porque yo no puedo con mí alma) mis chicos me dicen: - Maestra, vas a tener que quedarte unos días en casa. Estás muy mala. - No puedo. Si me cojo una baja me pagan menos, y si me pagan todavía menos no tengo dinero para pagar m

Identificación de emociones

Últimamente, en las horas que imparto de alternativa a la religión, estoy trabajando aspectos de inteligencia emocional, es decir, a través de cuentos o dramatizaciones propongo situaciones familiares para los niños, trabajo algunas emociones y la gestión de las mismas. Lo curioso es que, pese a lo que podamos suponer, las emociones a las que nuestros niños son capaces de ponerles nombre son tremendamente limitadas. Tristeza, alegría, enfado y, apurando mucho, la envidia son las únicas emociones a las que mis niños y niñas saben poner nombre. Así que pongo ejemplos lo más cercanos que puedo para que los peques puedan saber qué nombre poner a sus sentimientos... O a los míos. Satisfacción Se siente cuando se ve el resultado al propio trabajo. Como cuando se recibe una carta de un alumno, donde te dicen que lo mejor de ti no es lo bien que explicas, sino el cariño que das. A explicar se aprende en la universidad... Para el resto no hay escuela. Ansiedad Estado de nervios a

De cómo donde entran veintisiete, caben veintiuno más

Por cuestiones de la vida que resumiré en la expresión "el mundo es un pañuelo", tengo en mi clase un alumno que el curso anterior estaba en el mismo colegio que yo. Curioso, sí. Yo no le daba clases, pero en los coles terminamos conociéndonos todos y hemos tenido la suerte de ser maestra y alumno este año. Suerte para él porque he sido una cara conocida en un lugar hostil, y suerte para mi porque es un niño agradable, amable, simpático, listo y trabajador. Que lo adopto, vaya. Este muchachito, agradable y bienoliente, tiene conexiones con mis alumnos del curso pasado, a los que añoro tanto que duele... Procuro no pensar mucho en ello. El otro día, a las nueve de la mañana, después de comentar el plan del día, don bienoliente (es increíble lo bien que huele este nene) me suelta: - Maestra, te traigo un mensaje de V. - ¡ No me digas!, ¡Qué alegría!... ¿Y qué mensaje es? - Que te quiere. Y me quedé muy muy seria. Con mis veintiún alumnos mirándome fijamente, en si

Cosas que se ven desde la mesa del profesor

Como dije a principios de curso, a la mayoría de mis alumnos no parece haberles tocado la crisis. Bueno, un poquito. Algunos han pasado de colegio de pago al de ahora, público. Otros ya no estrenan ropa cada semana, sino cada dos. Y, los más, siguen con su vida, sin penurias pero sin grandes aspavientos tampoco, como si nada estuviese pasando. Llevo conociendo a mis veintiún niños desde principios de septiembre. Ya sé de qué humor vienen cuando les veo la carita en la fila. Ya sé el lunes, mientras los veo esperar en la puerta del colegio, me casa de quién han pasado el fin de semana, con mamá, o con papá. Ya me han calado y saben que les he cogido más que cariño y que reparto mimos si se me acercan. En las familias de trabajo no parece haber crisis, pero el cariño a veces no lo veo por ningún lado. Y mis alumnos tampoco. El cariño se vende caro en las familias de mis chicos. Algunos me comentan apenados el lunes que papá estuvo tan ocupado que el viernes no pasó a recogerlos,