El encanto de lo diferente
A veces me da la sensación de que he cambiado de país, no sólo de Comunidad Autónoma. Por un lado, la diferencia de entonación al hablar es más que evidente; me llama poderosamente la atención la entonación palmera, con una musicalidad preciosa. Al principio de estar aquí, si la gente tenía el acento muy marcado hasta me costaba entenderles. Por otro lado las diferencias de vocabulario me hacen aprender algo nuevo todos los días, y casi que me dan ganas de hacer un diccionario andaluz-palmero, palmero-andaluz. Por ejemplo, mis niños me miraron raro cuando pregunté que de quién era el sacapuntas. Aquí se saca punta al lápiz con el afilador, que lo sepáis. Las manoletinas o sabrinas son las cholas (me suena fatal, lo reconozco). Aquí no te regañan, aquí te pelean. No castigas sin recreo, los penas (como el juzgado de Marbella). La pronunciación no distingue c, z y s, se sesea siempre, con el consiguiente lío mental a la hora de escribir. Mis niños me dicen que hablo raro, otros me dicen